La relación de las mujeres con los tacones es muy complicada, a la vez que nos fascinan y nos hacen sentir sexis los odiamos porque pueden ser incómodos para caminar o bailar durante horas.
Los tacones han sido desde siempre el signo distintivo de la feminidad, un símbolo de sofisticación que distingue a las mujeres de los hombres y ejemplifica el estilo y elegancia de las mujeres.
Los tacones dan la impresión de unas piernas más largas y estilizadas. Son elegantes y bonitos, las mujeres que saben llevar tacones tienen un andar especialmente femenino que a todo hombre le gusta y es que se suelen asociar con mujeres arregladas, elegantes y glamurosas.
Usar tacones siempre es un arma infalible de atracción para las mujeres, las hace sentir más sexy y seguras, no sólo levantan los glúteos de una mujer, la hacen ver más alta y atractiva.
A pesar de esto usar este calzado tienes sus contras, y es que a veces puede resultar doloroso, si un zapato hace que el pie te resbale hacia delante provocará que el dedo gordo aguante mucha presión, este se resentirá y lo más seguro es que te termine saliendo una ampolla. Para que esto no te pase, a la hora de probarte el zapato asegúrate de que se ajusta bien a tu pie, las plantillas son otro elemento que pueden ayudarte a evitar el dolor.
Llevar zapatos abiertos en la punta, o lo que se conoce como ‘peep toes’, aliviarán la presión en la zona ya que tus dedos quedan al aire libre, evitando la aparición de callos y juanetes.
Los tacones anchos son muy recomendables. Si vas a tener un día largo o vas a tener que estar mucho tiempo de pie, éste tipo de calzado te proporcionará más estabilidad y por tanto el peso de tu cuerpo quedará repartido en una mayor superficie.
Las rozaduras y las ampollas son otro problema que hace que la relación con los tacones sea complicada, pero con prevenir a veces es suficiente, coge unas buenas tiritas y colócatelas bien antes de salir de casa.